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19-02-2025 Notas

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Por Aldana Fernández 

«Vayamos juntos / a contemplar la nieve / hasta agotarnos»
Matsuo Bashö , Ueno (1644 – Osaka, 1694)

Asistimos por estos días a la prepotencia y megalomanía de un grupo de multimillonarios pertenecientes a las élites corporativas mundiales. Sus principales referentes lideran proyectos para transformar a la humanidad en una especie interplanetaria y eterna. Elon Musk, por ejemplo, propone colonizar Marte con la empresa SpaceX, en búsqueda de una alternativa a la vida en la Tierra. Por otra parte, importantes empresarios de Silicon Valley avanzan con diversas investigaciones, pretendiendo desarrollar (mediante biotecnología) una especie de Homo deus (un ser pos-humano para el que la muerte será solo una enfermedad más) como explica Michael Nieva en Ciencia Ficción Capitalista. A contramano de este escenario que vivimos, me sirvo de la película recién estrenada: La habitación de al lado, de Pedro Almodóvar, para intentar reflexionar desde otras coordenadas sobre la vida y la muerte.

El director del sello “El Deseo” ya había experimentado con el inglés en dos cortometrajes: La voz humana (2020), protagonizado por Tilda Swinton, y en Extraña forma de vida (2023), con Pedro Pascal y Ethan Hawke. Este viraje, de clara inspiración hollywoodense, le valió varias críticas; sin embargo, a mi parecer, son piezas imprescindibles para quien quiera seguir la carrera de este cineasta.

Este film retoma la trama de la novela de Sigrid Nunez titulada ¿Cuál es tu tormento?, editada por la editorial Anagrama en el año 2021. La historia que inspira la película gira en torno a la relación de dos amigas, donde una de ellas, Ingrid (interpretada por Julianne Moore), está de regreso en Nueva York, en pleno auge de su carrera como escritora. Una tarde mientras firma ejemplares de su novela se entera de que su amiga Martha (Tilda Swinton), periodista y dedicada corresponsal de guerra, está gravemente enferma e internada por un cáncer avanzado. Ingrid decide ir a visitarla, y a partir de ahí acompañarla hasta el final. Un retrato conmovedor de dos mujeres, valientes, independientes y fuertes que prefieren la dignidad antes que el encarnizamiento terapéutico que muchas veces proponen los tratamientos médicos para evitar la muerte.

La película es una cita imperdible con la majestuosidad: la poesía de las imágenes; el silencio de la nieve; las inspiradoras tomas de cámara en el bosque y los diálogos profundos entre las actrices.

Hay algunas escenas que me remitieron inevitablemente a la filosofía japonesa. No lo digo solo por algo presente en la estética, sino también en lo conceptual que propone la trama misma de la película. Para los japoneses, la idea de mujô (無常) refiere a la impermanencia. Este es un concepto profundamente conectado con la finitud de la vida. Lo interesante de esta perspectiva, es que los finales no se perciben como experiencias trágicas, sino que realzan la belleza de lo efímero y de lo que está en constante mutación. Hay algo de eso en esta propuesta. 

Ingrid decide apoyar a Martha en su dramático y dulce pedido. Las amigas se van de viaje, se alejan y se hospedan en medio de una reserva natural en New England para acompañarse mutuamente hasta el final. Se retrata, de esta manera, el lazo entre ellas de manera conmovedora, a pesar del dolor. Las conversaciones durante sus paseos giran en torno a lo grandioso del amor y sus imposibles; las aventuras con los amantes; el potencial del placer del sexo; lo imperfecto de la maternidad; lo doloroso del desencuentro; el horror de la guerra; el impacto precioso del simple trinar de los pájaros y la maravilla que es el  cine en la vida. El personaje de Julienne Moore, en una parte del trailer oficial, dice: “Hay muchos modos de vivir en una tragedia”  

En el último capítulo del libro Historia de la sexualidad (1976), el filósofo Michel Foucault, ubica algunas reflexiones en relación a la muerte que podemos, de algún modo, enlazar con la película. En este apartado, el autor francés se centra en caracterizar el desarrollo histórico de los dispositivos tecnológicos que generan las disciplinas de anatomo-política sobre el cuerpo humano. Foucault describe cómo se produce el desplazamiento que va desde el “derecho de muerte y poder sobre la vida”  que ejerce el soberano (la autoridad del rey) hacia lo que él denomina la biopolítica moderna. Plantea allí que ya no se trata de «hacer morir y dejar vivir», sino de «hacer vivir y de arrojar a la muerte». El biopoder se convierte en un elemento fundamental para pensar el lugar de los cuerpos y la salud en la sociedades actuales. Gobernar, entonces, también es administrar calculadamente la existencia de los cuerpos. 

La legislación sobre la eutanasia sigue siendo negada en muchos países del mundo, y muchas ves es también en esos mismos territorios que nos encontramos con otras vidas que no valen absolutamente nada. Hay miles de personas a las que se les niegan derechos elementales y se le cierran sistemáticamente las puertas del sistema de salud. El resultado de esto es la inserción siniestra en un dispositivo donde solo una parte de la población está expuesta a la muerte, mientras que la otra parte debe vivir y pagar para sostenerse en la vida. 

La película aborda esta siniestra paradoja moderna y la denuncia. Lograr retratar, por un lado, el horror y los estragos de la guerra, y por otro, el padecimiento de quien muere en la ilegalidad por elegir morir con humana dignidad.

Mientras un puñado de empresarios multimillonarios prepotentes buscan encontrar la inmortalidad -para ellos- y llevar el capitalismo a una escala extraterrestre, obras como este film nos recuerdan la belleza de lo etéreo.

Pensando desde un registro distinto a de los magnates mundiales, el psicoanálisis – y más precisamente en los planteos de Lacan- ubic que «lo real» es aquello que no puede ser capturado completamente por el dominio del lenguaje o el mundo de lo simbólico. Sin embargo, es desde las creaciones artísticas, como lo es la poesía o el cine, donde de cierta manera se puede bordear un poco eso incapturable. Almodóvar nos invita con una película deliciosamente poética y profundamente humana.

 

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