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12-08-2020 Notas

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Por Luciano Sáliche

El periodismo aparece en nuestras vidas de distintas formas, pero en tiempos de encierro social ocurre una suerte de desnudez: lo mejor y lo peor de la profesión queda a la vista de todos. ¿Y qué es lo que vemos? Al prender la tele o la radio, al leer el diario o los portales de noticias, hay periodistas que hacen su show habitual de desinformación y entretenimiento, y otros que analizan la realidad de forma inteligente. Pero detrás de esas las “figuras”, hay cientos y cientos de trabajadores de prensa que realizan su trabajo como pueden, entre la sobreexigencia patronal, los salarios congelados y el teletrabajo de “la nueva normalidad”.

Mariano Suárez conoce como pocos ese detrás de escena, esa realidad laboral y profesional. Su enorme currículum lo demuestra. Es abogado laboralista especializado en prensa, licenciado en Comunicación y periodista egresado de DeporTEA. Estudió en la UBA, por supuesto, pero también en la UNTREF y en universidades de Polonia, Italia y Guatemala. Trabaja en Télam desde hace 21 años y fue elegido delegado sindical por sus compañeros en cuatro oportunidades. Escribió varios libros, de los cuales nos iremos ocupando en esta nota, al menos de algunos.

El trabajo y el negocio

En el libro Periodismo multimedia publicado en 2012, planteaba, mirando hacia el futuro, dos tendencias: flexibilización laboral y concentración mediática. “Ahora se han profundizado”, dice en diálogo con Polvo. “Aquel trabajo fue realizado en un contexto en el que desde el Estado se ensayaba la aplicación de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual y existía una vocación política por regular la propiedad múltiple de los medios”, agrega sobre aquel debate que tanto escaló en las carreras de Comunicación y de Periodismo y, sobre todo, en las redacciones, pero también en la sociedad civil. De repente, los medios estaban en la mira.  

“Aquella política pública fue desplazada en los años siguientes —agrega— pero, además, el escenario de convergencia de negocios entre la informática, las telecomunicaciones y las empresas de medios, casi una década después, requiere más que nunca inversiones de escala global que propician la concentración. Si se replicara hoy el relevamiento de incidencia de esos procesos de escala sobre el contrato de trabajo periodístico (en relación a la extensión de la jornada efectiva, el salario real, los riesgos de trabajo y las modalidades contractuales de facto) mostraría peores números. El cuadro de organización sindical local, por el contrario, está mejor articulado hoy que entonces”. 

Mariano Suárez en la presentación de «Télam, el hecho maldito del periodismo argentino»

Sin dudas, el momento que atraviesa el periodismo es muy particular, pero ¿cómo caracterizarlo? “En términos de industria es un momento interesante porque se está avanzando, no en la Argentina, en estrategias regulatorias convergentes que puedan recomponer la idea de negocio que en su momento representaba una empresa periodística. En materia de contenidos este tiempo exige una posición más beligerante de la audiencia para encontrar con los espacios, que los hay, del buen ejercicio de la profesión”, sostiene Suárez y pone el acento, justamente, en la audiencia. No alcanza con sentarse a mirar lo que el mercado ofrece. Periodismo no es sólo Lanata.

Sobre la sindicalización

La sindicalización del periodismo argentino es una historia tardía, aunque el primer sindicato del país lo formaron sus hermanos, los obreros gráficos, en 1878. El primer batazo se dio en 1919: en medio de una huelga importante apoyada por la Federación Gráfica Bonaerense se creó el Sindicato de Periodista y Afines, o al menos su idea, porque duró pocos meses. La escasa conciencia gremial de la mayoría de los trabajadores de prensa hizo que la oportunidad se pierda. Con la maduración del gremio, la segunda oportunidad llegó en 1938, en Córdoba, cuando se formó la Federación Argentina de Periodistas y estableció las bases: escala salarial, vacaciones, jubilaciones. 

Y la tercera —este es un resumen un poco extremo— fue en 1944 cuando la Secretaría de Trabajo y Previsión comandada por Juan Domingo Perón, entre los 115 decretos nacionales que dictó, estableció el Estatuto del Periodista Profesional. El detalle de esta historización la aborda Mariano Suárez en varios de sus libros, sobre todo en Estatuto del Periodista Profesional, 70 años: ley comentada, anotada y concordada. “Es una ley antigua, pero se aplica todos los días para resolver conflictos en los tribunales a los periodistas de este tiempo cualquiera sea la tecnología o la plataforma con la que trabajen”, sostiene ahora, en este intercambio vía mail con Polvo.

Tres libros de Mariano Suárez

“El discurso de que no se trata de una ley ‘moderna’ no es otra cosa que una estrategia discursiva para disimular una voluntad precarizadora. No hay una sola función laboral que podamos imaginar en una redacción periodística que no tenga solución desde el Estatuto del Periodista. No porque sea perfecto, sino porque está estructurado sobre la naturaleza del oficio y no sólo el medio técnico para ejecutarlo. Que a algunos actores no les guste o no les resulte conveniente cómo está regulado es otra cosa. Desde ya la radiografía del gremio de prensa sería mucho más grave sin una norma como el EPP”, agrega.

Es periodista, se lee en el EPP, “quien realiza tareas que le son propias”. Esta definición circular, como la llama Suárez en Periodismo multimedia, “es la herramienta que permite aplicar el EPP a las más novedosas relaciones jurídicas que podamos encontrar en los medios de comunicación”. “Claro que, como toda ley —dice ahora—, se puede reformar y hay muchos temas para mejorar la regulación (propiedad intelectual de los trabajadores de prensa, cláusula de conciencia, regulación de derechos con perspectiva de género, trabajo a destajo, etc) pero en general esas no son las preocupaciones de quienes suelen expresar públicamente la intención de reformar del EPP”.

Télam es el camino

Junto a Ariel Bargach escribió Télam, el hecho maldito del periodismo argentino: una historia narrada por sus trabajadores, que editó Mil Campanas en 2019. El 26 de junio de 2018 durante la gestión Cambiemos, el Directorio de la Agencia Nacional de Noticias Télam, presidido por Rodolfo Pousá y bajo las órdenes del titular del Sistema de Medios y Contenidos Públicos, Hernán Lombardi, decidió despedir a 354 trabajadores. Unos meses antes había echado a tres. En total, 357: el cuarenta por ciento de la planta. Con un cinismo pocas veces visto, Lombardi escribió en sus redes sociales en aquella época: “Ganó el periodismo y ganaron los ciudadanos”. 

Mariano Suárez

Los trabajadores tomaron los dos edificios y decidieron resistir con paciencia, tenacidad e ingenio. Fue una lucha épica que unió a todo el gremio de prensa, pero también propuso un camino posible en medio de tanto ajuste y clausura del debate de ideas. Finalmente la resistencia dio sus frutos y la justicia determinó que los despidos eran ilegales. La mayoría de los trabajadores terminaron siendo reincorporados y volvieron a trabajar. ¿Qué significa Télam para la historia del periodismo contemporáneo? Para Mariano Suárez, “un proyecto inconcluso”. 

“La idea fundacional del peronismo de los 40’ que la alumbró —argumenta—, de un medio que expresara una mirada nacional, que rompiese con la hegemonía informativa de las grandes corporaciones privadas, que se apartase del sesgo noticioso comercial, nunca se cumplió cabalmente y que en distintas épocas la agencia estuvo asociada a los servicios de inteligencia, a los negocios privados y a los peores intereses de los gobiernos militares. Ahora la agencia acaba de superar una etapa en la que se alentó su destrucción durante el gobierno de Macri y que fue resistido por sus trabajadoras y trabajadores. Ahí hay un ejemplo de cómo asumir el oficio. Como proyecto periodístico la agencia está frente a una oportunidad”.

Teletrabajo y después

Hace dos semanas se aprobó la Ley de Teletrabajo, un proyecto muy esperado por los trabajadores de prensa que con la cuarentena pasaron rápidamente a trabajar desde la casa, pero muy criticado por los dueños de los medios. Mario Pergolini fue uno de ellos. “Ustedes son unos imbéciles. En serio, son un grupo de imbéciles. Ya a esta altura creo que son hijos de puta en lugar de imbéciles. La verdad: hacen todo lo posible para que la gente no dé trabajo”, le dijo a los legisladores el conductor radial y dueño de Vorterix que, según se reveló, debe aportes patronales de más de un año. Pero más allá de esta postal, ¿qué nuevo escenario habilita esta ley en el periodismo?

“Creo que es una ley impulsada con buenas intenciones y con interés protectorio”, sostiene Mariao Suárez. “Más allá de eso, la enorme mayoría de los derechos que regula ya estaban contemplados en la Ley de Contrato de Trabajo. La nueva ley en muchos casos no establece herramientas concretas para que los derechos que enuncia se cumplan y debería resolver algunas cuestiones que delega a la negociación colectiva. Creo que el régimen legal debe permitir el teletrabajo pero no alentarlo: no por razones técnicas o legales sino por el efecto que genera en la fragmentación del colectivo laboral de una sociedad”, concluye en esta charla con Polvo.

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Comentarios

'One Response to “¿De dónde viene y hacia dónde va el periodismo?”'
  1. […] de concentración mediática y precarización laboral, sostuvo Mariano Suárez en una reciente entrevista en Polvo. Mientras las condiciones de vida se encarecen, los sueldos permanecen congelados: en 2019 […]