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Por Luciano Sáliche
Cuando Slavoj Žižek escribió El sublime objeto de la ideología en 1989 quería dejar algo en claro: las teorías marxistas deben actualizarse para comprender mejor a las sociedades. El gran interés de aquel libro era reformular el concepto de ideología, ya que aún se lo continuaba tratando como una cuestión de falsa conciencia, es decir, la forma en que las personas viven la realidad, creyéndola de una forma, sin saber que es de otra. ¿Qué es la democracia sino una ilusión conformista que apacigua las ansias revolucionarias para continuar reproduciendo el sistema capitalista? Lo cierto es que Žižek fue más allá y propuso, específicamente en el capítulo ¿Cómo inventó Marx el síntoma?, cambiar la vieja premisa marxista «ellos no lo saben, pero lo hacen» por «ellos saben muy bien lo que hacen, pero aún así lo hacen». Este planteo teórico implica una nueva forma de pararse frente a las costumbres y consumos culturales masivos.
Por ejemplo, el mundo de la farándula. Una posibilidad frente a todos los programas de la tarde, los portales de espectáculos, los paparazzi y las revistas del corazón es la de meter todo en una bolsa de residuo y colocarla en el tacho de la basura del chimento, del escándalo y de lo que suele denominarse «la vida de los otros». Ningunear esta ebullición de sentidos, quitarle la capacidad de raciocinio a sus espectadores hasta verlos como sujetos alienados por la irradiación del consumismo… bueno, sí, quizás haya algo de eso, pero sabe a poco. Entonces aparece otra posibilidad, la de preguntarse por las especificadades de este mundillo, por qué interesa tanto lo ajeno, qué dice de nosotros, de nuestro tiempo, de nuestra historia, de nuestras expectativas, de nuestros deseos. Aunque insaciable, una buena pregunta siempre es mejor que una mala respuesta.
¿Qué sabemos de la fama? El ser humano vive en sociedad, es un ser social que necesita la interacción, el afecto y, por ende, la estima de sus pares. ¿Quién no quisiera recibir el reconocimiento de la sociedad por tener un buen desempeño en sus actividades laborales? ¿A qué maestro no le gustaría recibir un halago mientras camina por la calle de alguien que conoce sus cualidades pedagógicas? ¿A qué peluquera no le encantaría que sus dotes para peinar sean comentadas por toda la ciudad y trascienda las fronteras del barrio? Por eso, para entender la fama, hay que interrogarse por el talento. Para llegar a formar parte del mundo de la farándula es necesario tener un aval que se traduce, por así decirlo, en talento. Sin embargo, y desde que la mediatización se ha extendido a niveles descomunales, no todos los famosos son justamente talentosos. Si todos queremos ser reconocidos, ¿hasta qué punto es más importante la fama que el talento? La farándula es el reality de los famosos, un gigantesco y múltiple show donde todos adoptan un personaje, a veces transparente, otras veces impostado, pero siempre real.
Todo lo que sucede en la televisión es un espectáculo. No importa si su objetivo es informar, educar, concientizar, divertir o entretener; todo está montado de una forma para todos queden expectantes y sean, justamente, espectadores. Pero no es sólo la tele, en los medios en general sucede de esta manera. Es por eso que los caminos de la farándula son sinuosos para quienes no tienen la facilidad de encantar. ¿Qué son Wanda Nara, Matías Alé, Ricardo Fort y Guido Süller sino especialistas que saben (y están dispuestos a todo por) encantar? En este enorme juego donde se entrecruzan el talento, la desfachatez, la privacidad, el chusmerío y la fama, podríamos armar un corpus de cuatro libros -muy diferentes entre sí- que meten la lupa en las cuestiones nodales que lo forjan como el gran atractivo de las sociedades. ¿Qué tiene la farándula que magnetiza tanto? Una vez más es la literatura la que invita a volver a mirar lo ya visto mil veces, buscarle la vuelta, la repregunta, la mirada crítica, para entender un poco mejor este extraño mundo que habitamos.
«Trash. Retratos de la Argentina mediática» de Alejandro Seselovsky
Publicado en 2010 por editorial Norma, el libro reúne diferentes textos que construyen a las grandes personalidades de este mundillo. Mediante un híbrido entre la crónica, el perfil y la entrevista, el autor indaga sobre la historia, el contexto y los deseos de nueve famosos que, además de famosos, son mediáticos: Nazarena Vélez, «Chiche» Gelblung, «Pampita», Ricardo Fort, Sandy González, Adrián «Facha» Martel, Wanda Nara, Johnny Allon y Luciana Salazar, más un epílogo: la crónica de una fiesta de la revista Paparazzi donde narra el lado B, el terreno del ascenso, las personalidades de cabotaje que aspiran a la fama. Y no lo hace desde un lugar condescendiente y celebratorio, sino todo lo contrario: Seselovsky juega en la bruma, se sumerge entre las serpentinas del espectáculo para dialogar, conocer y por fin captar el artificio. ¿Cómo hacen estos personajes para permanecer en la tele, siempre activos y renovados? Trash intenta develar esta pregunta enfrentando a cada uno de los entrevistados, teniéndolos cara a cara, estudiarlos gesto a gesto hasta cazar ese aura.
En la introducción del libro, antes de zambullirse en el mar específico de cada personaje de su lista, dice, entre otras cosas: «Quiénes son estos tipos, estas minas, cuando dejan de ser lo que son en pantalla. Es asombroso (y el asombro me resulta adictivo) comprobar que para la mayoría la cámara no se apaga, que salen del aire y continúan en su aire imaginario. Probablemente porque sus vidas públicas son eso, aire de televisión: aire: aire puro: y el aire es nada, es vacío –y sin aire, sin embargo». En ese péndulo entre el todo y la nada, en esa parábola épica es que se desarrolla la adrenalínica vida la Argentina mediática, entre ser un héroe de la masividad o una insignificante estadística poblacional.
«Todo lo que vi» de Marcelo Polino
En esta publicación de Ediciones B de mediados de 2014 -un año después de su primer libro: Todo lo que se-, el periodista, conductor, panelista, jurado e histórico de este rubro de la farándula y el espectáculo elabora un «picadito» de lo que se vive en lo que es hoy el epicentro del mundillo del chimento: ShowMatch. La estructura cuenta con doce capítulos más un anexo: el recurso màs usado es el de la entrevista informal donde dialoga con las últimas jurados (Nacha Guevara, Moria Casán y Soledad Silveyra), los más recientes inventos de Marcelo Tinelli (El Tirri y Lizy Tagliani) y la diseñadora de moda Matilda Blanco. Lo interesante es la suerte de crónica del detrás de escena que se va dibujando a lo largo de todo el libro, un recorrido por los pasillos mediante un guía turístico que ha vivido toda su vida allí, que habla sin extrañamiento, que narra todo con la naturalidad que carecen los forasteros.
Todo lo que vi representa, en esta lista, la mirada más sumisa frente al objeto, con poca crítica, poca deconstrucción, pero al tener una postura inside se vuelve el más novedosa, al menos como condición de producción. Pero, ¿quién es Polino? Quienes lo han visto en ShowMatch, saben que permanece en la última silla del jurado con cara de aburrido. Una pose sencilla pero bien montada, donde puntúa con números bajos porque, asegura, nada le divierte, todo le parece burdo y copiado de otra época. Esa expresión de tedio, en este libro, la mezcla con un buen cinismo: «Si Louis Vouitton o Cavalli en lugar de fabricar carteras hicieran cerebros, estas chicas ya se hubieran comprado uno». Con una paciencia y algunos gramos de ironía, construye una idea firme que sobrevuela todo el libro: que la farándula es un juego, una ficción y que sólo sobreviven los que saben jugar.
«Punta del Este, una novela» de Karina Noriega
Esta no sería una buena lista si faltara la ficción, esa piedra refractaria que caricaturiza la realidad hasta deformarla de tal manera que lo narrado parezca un mundo inventado. Pero no. Esta periodista viajó a la Miami de Sudamérica en 2010 para cubrir la temporada para la revista Gente y eso le permitió escribir desde todo lo que vio: un panorama sumamente edulcorado de poses discretas y famas lacónicas. Mediante una prosa llevadera y un lenguaje contemporáneo, la novela (editada en 2015 por Planeta) dibuja muy bien la vida del jet-set y las celebrities entre eventos top, fiestas privadas, sexo, drogas y playa.
Javier Smith es el relacionista público que protagoniza la historia. Su objetivo es recuperar el liderazgo que tuvo en sus años dorados. ¿Cómo lograrlo? Con gran improvisación y olfato de cazador elabora una serie de contactos, con favores de por medio que permiten la escalada, para ascender lentamente hacia el estrellato. Se mueve como un camaleón entre modelos, empresarios, mediáticos, músicos y figuras de la televisión, todos esos famosos que, según cuenta Noriega, «son capaces cada verano de convertirse en exquisitos cadáveres». En una entrevista, comentó: «Están todos muy montados y saben muy bien lo que no tienen que hacer. Hay un cálculo metódico y estratégico para lucir bien».
«Filosofía política del poder mediático» de José Pablo Feinmann
¿Qué piensa la academia de este bullicio? ¿Cómo analizar con metodología universitaria el repertorio que resuena en las revistas del corazón, los paparazzi, los portales de espectáculo, las redes sociales, los programas de panel, incluso los noticieros? El filósofo reunió en 770 páginas una serie de ensayos, notas periodísticas y narraciones que intentan dar cuenta de la relación que las sociedades mantienen con los medios en la actualidad. Con un corpus que va desde Peter Sloterdijk, Martin Heidegger y Michel Foucault hasta Santo Tomás de Aquino y el Kama Sutra, establece un paradigma de época, que es la modernidad informática, fruto de una historia reciente de dominaciones en torno a la sexualidad donde el culo adquiere un valor inconmensurable: «El culo reina en este mundo que busca la idiotización desde dos puntas: 1) para dominar a los sujetos; 2) porque los sujetos quieren ser dominados. Quieren ser entretenidos con banalidades. Quieren no saber. Sólo sobrevivir. El horizonte de sus apetencias no roza lo sublime, ni lo sacro, ni la generosidad, ni la creación, ni nada que eleve al hombre por sobre su condición de manada, de cordero feliz.»
Más allá de algunas deducciones apresuradas y asociaciones conceptuales frágiles (propias de la imposibilidad del academicismo de entender el mundo de la farándula desde una mirada no destructiva), Filosofía política del poder mediático es un libro denso, complejo y sagaz que analiza con una enorme amplitud el mundo de los medios disparando a quemarropa contra el planeta Farándula.
Etiquetas: Alejandro Seselovsky, José Pablo Feinmann, Karina Noriega, Marcelo Polino, Planeta Farándula, Slavoj Žižek